Aquél día de septiembre, y contando yo con cincuenta años, recibí una extraña
llamada; estaba preparando la cena, cuando sonó el teléfono de la sala de estar:
“Ring, ring, ring, ring…”
-¿Aló?
-Aló -contesté.
-¿Con quién hablo? -me dijo la voz profunda de una mujer.
-¿Con quién desea hablar? -contesté educadamente, algo irritada ya que detestaba
que mi interlocutor no se identificara desde el comienzo.
-Te llamo a ti Rosy - yo me llamaba Rosa, y mis más cercanos me decían cariñosamente
Rosy, pero esa voz no la reconocía para nada, ¿quién se atrevía a llamarme con
tanta familiaridad?
-Con ella habla, ¿quién es usted?
-Soy Mortiliana Cancerveres.
La verdad no pude aguantar la risa, ese nombre era demasiado cómico, así que en
tono divertido le contesté:
-Me está tomando el pelo, ¿verdad? Usted no se puede llamar así; número equivocado.
¡Ésta no es la casa de Los Locos Adams, señora Morticia!
-Mortiliana, ¡no Morticia, por favor! Y, efectivamente, me llamo así y te estoy llamando
a ti, Rosy querida.
-¿Y de dónde se supone que nos conocemos? -le pregunté.
-Nada especial, Rosy querida. Llámalo azar, destino, herencia quizás.
-Bueno, bueno, señora Mortiliana, como usted diga y ¿qué quiere de mí? -la interpelé.
-Quiero toda tu atención, quiero tu vida -me dijo.
A estas alturas estaba convencida que se trataba de una pitanza, alguna jugarreta
de jóvenes que no tienen nada mejor que hacer
-Estoy muy ocupada -le dije-, así que dígame qué quiere; ya tiene toda mi atención.
-Rosy querida, sé que jamás habrías querido recibir mi llamada, pero ya está, estoy
aquí y seré tu compañera de ahora en adelante. Tendrás que aprender a vivir conmigo,
a pelear conmigo, a cambiar tu estilo de vida por mí. Tendrás que aceptarme y
entender que no es nada personal, que tú no elegiste que yo llegara a tu vida, pero
que muy a tu pesar, estaré un buen tiempo a tu lado.
Para entonces mis manos habían empezado a temblar, y mi cara se había puesto
pálida, sabía perfectamente quién era Mortiliana Cancerveres, sabía a qué venía, y
que no sería nada fácil disuadirla para que se fuera sin mí. Y ella continúo:
-Pondré a prueba tu fortaleza, tu constancia, tus ganas de vivir. Voy a saber de qué
estás hecha, Rosy querida. Y si eres débil de espíritu, esta visita será muy breve; pero
si eres una luchadora, es posible que mi visita sea más larga de lo que yo misma he
planeado.
La peor de mis pesadillas había llegado a mi vida, aquella de la que hablaba tanta
gente, aquella pesadilla que sólo le pasaba a otros, pero jamás me pasaría a mí.
Mortiliana Cancerveres había llamado, y sabía que no podría deshacerme de ella
tan fácilmente.
Pero yo era una mujer fuerte, nada en la vida había sido fácil para mí; así que, si esta
visita era corta o larga, ahí estaba yo dispuesta a encarar cualquier situación, tal
como lo había hecho desde que era una niña. La vida misma me preparó para esta
inesperada visita, y si ella creía que sería presa fácil del miedo o la desesperación
estaba muy equivocada. Así que respirando profundo le contesté:
-Mortiliana, querida, estaba esperando tu llamado. Estoy lista para recibirte, haré
los cambios necesarios para que nuestra relación sea lo más cordial posible. No te
enojes si la visita es corta, estoy segura que la experiencia será intensa para ambas,
pero aquí me tienes. Te espero a tomar el té mañana a las cinco en punto. Ojalá que
estés preparada para conocerme, porque yo ya estoy preparada para tu visita.
Mortiliana Cancerveres guardó silencio, sabía que se había encontrado con aquellas
almas de acero, que no se amilanan con nada, fue entonces que tuvo la certeza
ciega que se iría con las manos vacías.